26 oct 2009

FOTO-NOTA DEL RECUERDO


La actriz italiana Sofía Milos acompañada del escritor mexicano Oscar Ricardo Muñoz Cano


Cuando Ricardo la vio por primera vez supo que no era ni inmensamente buena ni tremendamente mala: Ojo claro, vestido entallado en una piel bronceada, piernas torneadas y una larga melena… Hecho el examen le pareció que estaba de lo mejor y que a final de cuentas era más buena que mala… Un par de frases en su versión de italiano bastaron para sacarle una sonrisa (en su vida había estudiado italiano) Qué mundo de mierda es este, pensó al sentarse vencido por la vergüenza junto a ella…

Nerviosa, Sofía no sabía si esa mirada era inmensamente buena o tremendamente mala; no tenía tiempo para exámenes: Todo el mundo sobre ella; había música, flashes, y gente brindando a su alrededor hablando en un idioma extraño. Todo le daba vueltas. Pensó: O esto podía terminar de lo peor o él era más bueno que malo… “O sei molto bella”, le escuchó decir. Alzó la mirada y sintió ganas de reir. Y se rió. ¿Cuántos hombres quisieran estar con este pedazo de mujer? Y este tipo así sin más viene, le dice ¡y se sienta con aires de Señor a su lado! "Che mondo è questo divino", murmuró…

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NOTA: Los recuerdos no deben durar mas de tres o cuatro días. Y con ellos, a la chingada las emociones encadenadas: Las miradas y los roces; los besos y las caricias; los “me gustas”, los “te deseo”. Todo, a la chingada… Bueno no todo, me quedo con la foto y con lo que pudo ser…

9 oct 2009

Autobiografía precoz


(El siguiente texto NO fue publicado en la revista Letras Libres de su edición de septiembre)

1

¿Escribir? La primera vez fue a finales de los 80 sobre la cama, una tarde, o noche. Fue un cuento redactado de principio a fin de una sola sentada. Estaba enamorado. Marcia, se llama. Ahora debe ser una doctora muy famosa. Casada, seguramente con hijos. Espero, muy feliz. Nunca me hizo caso. No tenía porqué.

Lo que sí, es que desde entonces y ahora, cuando escribo le busco dar certidumbre a mi vida; pretendo en cada línea hacer cosas que no me atrevo, que no puedo, que no debo, que no quiero.

Varios años después presenté ese primer texto a concurso. Gané. Para entonces Marcia era sólo el recuerdo del primer amor. Y nada más.

Dicen por ahí que el amor termina con la primera paja. Cuánta razón. Después de eso, la primera, no he podido escribir sobre las mujeres que me han robado el sueño...

Dejé la escritura por más de 10 años. Cuando la retomé, concursé de nuevo. Gané otra vez.

2

Por un tiempo fue digno de admiración ser sobreviviente y haberse formado por sí mismo, sin embargo en mis manos ya no quedan huellas de quien alguna vez fue plomero, albañil y electricista; tampoco mi cuerpo presenta alguna marca que diga que pasé muchas noches de pie atendiendo mesas en alguna fiesta, en algún banquete, en alguna recepción.

Recuerdo que era "cool" ser asiduo consumidor de alguna droga, pero ahora cualquier hijo de vecina se mete coca a la nariz, fuma piedra o trae en los bolsillos algún carrujo de mariguana. Drogarse por drogarse; matar el hambre, huir de la realidad; darle rienda suelta a tantos demonios que carga uno adentro y acabar con la ansiedad; ya no como antes que se dejaba que los placeres de la carne y el espíritu se magnificaran; ahora tener sensibilidad es un lujo que no nos podemos permitir porque nos dedicamos compulsivamente a tratar de amasar dinero y a joder al prójimo confiando a ciegas en un futuro mejor. Fue entonces, en esa época, que sentí terror al pensar que han existido personas cuya muerte las sorprende sin saber si recibieron algo a cambio de sus esfuerzos... Y pensé en mí.

Otra cosa. Marcia "again". Ocurre que para mediados de los 90 trabajé en su fiesta de graduación: Medicina, con honores. "Cruz Forjada" según me contaron. Ella por estrenarse en el mundo laboral y yo por estrenarme como papá.

3

Jimena dejó hace mucho de ser mi hija. Intentamos ser sólo amigos, eso sí, los mejores. Me di cuenta de que a la distancia... Ella estará bien. Ha tenido una infancia más interesante que la mía: Ha viajado a un sin fin de ciudades detrás de su mamá. Ha conocido... La envidio. Yo sólo he salido de Puebla más que de vacaciones. Y cuando me autoexilié en Acapulco. Bendita cosa.

Los recuerdos de mi infancia se dividen en dos: Antes y después del divorcio de mis padres. Agradezco ambos. Por un lado, la llegada de Jorge me abrió la puerta hacia la lectura. Sin él, no sabría qué hacer cada vez que rechazo el contacto humano (casi siempre). Por otro, descubrí que como padres pasamos varias etapas para con nuestros hijos: Héroes, villanos, amigos, guías. Al final, sólo humanos. Todos iguales.

Malucha se cuece aparte. Sólo diré que mientras ella se queja amargamente de haberme hecho tan independiente a mí como a mis hermanos (sí, tengo dos), yo agradezco infinitamente no haberme convertido en un "ñoño" de los de ahora que a los 30 años aún viven con sus papás y que su máxima preocupación es no tener dinero para pagar su Nextel a final de mes. Lo demás es entre ella y yo, nada más.

4

Mi autobiografía no puede estar completa sin mi pasión por el futbol. Por el Puebla de la Franja por supuesto. Dos son las anécdotas: Mi encuentro con Manolo Lapuente: "Estás muy chavo, vete a las juveniles a ver cómo te va". Y otra: Un gol mío llevó a la final a mi equipo de preparatoria en un torneo universitario.

En otra parte de este texto me gustaría decir que la vida es dudar, caer, arrepentirse, llorar, cansarse, reír, suspirar, levantarse... pero son emociones que sólo he sentido corriendo detrás de un balón. Y eso lo dejé de hacer hace ya mucho.

Por cierto, esa final no la jugué y mi equipo perdió... Lástima. Yo también perdí: No terminé la prepa...

5

Las lágrimas no necesitan explicación. Se explican solas. Sin embargo, cada vez que tengo un ataque depresivo tengo que sortear la misma pregunta estúpida: ¿Y porqué lloraste?

Y es que a falta de mundo un poco más apacible, más habitable, luminoso y acogedor, como cuando estaba en el vientre de Malucha, se me es insoportable que siempre haya alguien o algo dispuesto en aguar la fiesta y que se dedica a señalarme los matices de una realidad que, muchos, y me refiero a muchísimos, por el bien de su felicidad bovina (refiriéndome a borregos, bobos), prefieren ignorar.

¿Familias unidas?, ¿hijos obedientes y sin mácula? ¿(Pseudo)sexo sano, parco y terapéutico, sin mucha imaginación, con gemidos controlados para no despertar a los niños? ¿Aeróbics pélvicos para menopáusicas precoces y lisiados? ¿Actitudes nobles y solidarias? ¿Coches ecológicos modelo del año? Mucha mochez pendeja e hipócrita que no estoy dispuesto a veces a soportar y que con sólo el estribillo de alguna canción de Natalia Lafourcade me jode hasta las lágrimas como un asalto, no como una decisión.

6

Fadanelli suele decir que la literatura mexicana se compone de islas dispersas donde cada uno sigue la corriente que le place. Yo digo que más que seguir esa corriente, uno huye, rumbo a cualquier isla, de cosas que lo persiguen de por vida. Normalmente son recuerdos, de vez en vez remordimientos. Mínimamente, una pizca de felicidad.

Como él, con la certeza de que ya no puedo prescindir de mí mismo, aunque acabe arruinándome, matándote de tristeza y desamor, pudiendo estar haciendo cualquier otra cosa: En Puebla dirigiendo la sección cultural de un periódico, organizando fiestas (huy, si), abriendo bares o clausurándo(me)los, éste que escribe sabe perfectamente, porque lo decidió y porque no quiere, que no sirve para ninguna otra cosa que estar aislado en Acapulco, en su "tecueva" soportando un calor de la chingada y el olor a mierda del puerto. Lo demás, se resume en unas líneas leídas por ahí: "¡Carajo, maldita sea, esto es la vida!" Y ya que tomó la decisión -o más bien se resignó- a ser escritor hace varios años, le entró a la tarea con obcecación y sin entusiasmo, como un obrero de la conciencia maltrecha que escribiera libros de autosuperación pero al revés: De autosupuración...

7

Cuando cumplí 34, cuando los verbos beber, coger y leer, dominaban mis acciones, recordé una promesa, ahora estúpida, de cuando tenía 15 años. Prometí que haría lo que fuera para ser alguien en la vida; ser famoso, tener dinero y regresar por... Sí, por Marcia. A tantos años su recuerdo, a tantos, y aún no sé por dónde empezar a ser alguien en la vida... Qué caray... Pues seguiré escribiendo. Y seguiré escribiendo hasta ser alguien, el alguien de alguien más...

Me asalta una duda: ¿En serio ella será feliz?

*Agradecimientos: Ángeles Mastretta, Rubén Bonet, Guillermo Fadanelli (como siempre) y demás involucrados en estas líneas...