Hay un olvido que me hicieron recordar echándome en cara una promesa. Tú dijiste –sollozó con la voz desquebrajada– que ibas a quererme siempre. Y yo no recordaba haberlo dicho. ¡Acuérdate!, insistió y yo seguía sin acordarme. Era posible, sí, que se lo hubiese dicho; pero era increíble que lo trajera a cuento para obligarme –con la complicidad de mi memoria– a sentir lo que ya no sentía. Sí, está bien, lo admito, respondí –aunque seguía sin recordar realmente mi promesa–, pero, y ¿qué con eso? ¡Quiero que te acuerdes! Sí, me acuerdo, volví a decir. No, no te acuerdas, si te acordaras volverías a sentirlo. Me acuerdo que lo dije, y me acuerdo de lo que sentía cuando lo dije, pero ya no lo siento… No, no te acuerdas, insistió ella, si te acordaras seguirías queriéndome.
Y me quedé pensando en lo extraño que resultan los recuerdos, pues uno puede ver el rojo y recordarlo, y una cara y reconocerla o repetir de memoria un poema: en estos casos la recuperación es completa, pues uno al recordar ve el rojo; mira la cara o dice el poema; pero no sucede así con los sentimientos, pues, aunque había terminado por recordar mi promesa y lo que sentía cuando la hice, no había modo de volver a sentirlo: el recordarme queriéndola no me hacía quererla. Ella volvió a llorar: Por favor, acuérdate. Pero yo no pude acordarme, porque hay olvidos que ni recordándolos se recuerdan.
(La Libertad de ser distinto, Oscar de la Borbolla, Random House Mondadori 2010).
3 comentarios:
Es buen ese escritor tocayo suyo maestro.
Saludos
Chris.
Lo que me gusta de lo que escribes, es que nos despiertas esa curiosidad por saber más del escritor a que haces referencia, en este caso Oscar de la Borbolla. Gracias.
Ah! tiene razón... las cosas se olvidan cuando ya no se sienten.
Besos
Dali
Ya tengo el libro de Oscar; es muy bueno. Gracias por el tip.
Alex
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