André Bretón en su manifiesto surrealista lamentaba la insoportable manía que domina los cerebros para equiparar lo desconocido con lo conocido, con lo clasificable, y tarde que temprano uno cae en la cuenta de que en este trabajo es precisamente lo que se termina haciendo.
No es entonces extraño que en mi primer borrador escribiera: “Poco antes de las 8 de la noche del sábado el anfiteatro de Sinfonía del Mar se llenó para cobijar a la Orquesta Filarmónica de Acapulco que, a falta de sede, se vio en la necesidad de actuar ahí para festejar 16 años de existencia; música de The Beatles y Queen, la ofrecida de la mano del quinteto Britania y los chicos del coro de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) y Esperanza Azteca”.
Mi única duda en principio sería la de cambiar “lleno” por un “hasta la madre”, y ofrecer una imagen más apegada a cómo se encontraba el lugar, pues ni en las escaleras se podía uno sentar. Los de las fritangas no sufrieron para hacer su agosto anticipado y acabar con la venta casi a la par del inicio del concierto que se retrasó un poco en espera de que al sol se lo tragara el Pacífico y los pocos policías se tronaban los dedos ante el tamaño de la multitud.
Otro de mis párrafos indicaba que: “Para darle continuidad a la serie de eventos tristes que derivaron en este concierto al aire libre, el maestro Eduardo Álvarez no ofreció su tradicional charla previa, y tras sólo unas palabras de bienvenida inició con unas “auto-Mañanitas” que el público acompañó cantando los coros”.
Aquí, en esta parte, es donde lo de Bretón porque cómo clasificar y explicar las cientos de voces que acallaron el murmullo del mar entonado una suerte de combinación de sonidos en una secuencia temporal y atendiendo a las leyes de la armonía, de la melodía y del ritmo, a la que comúnmente llamamos música. ¿Así nada más?
¿Dónde dejamos entonces la incertidumbre previa de quienes sabían que la Orquesta no tenía ni donde ensayar, dónde los mensajes de solidaridad en redes sociales llamando a dejar de lado otras actividades, otros eventos, para acudir a Sinfonía del Mar?
Porque después, esa incertidumbre se volvió ansiedad que no pudo contener Eleanor Rigby ni Michelle, de The Beatles, y que para cuando llegó Yesterday con
“All my troubles seemed so far away / Now it looks as though they’re here to stay” se volcó en más coros, nudos de garganta y hasta lágrimas pero ahora de varios de los propios músicos que apenas y el siguiente popurrí logró disimular con sus ritmos alegres como los de Yellow submarine, donde la gente participó con las palmas bajo la dirección de Álvarez.
Hasta entonces, la idea que paseaba en mi texto inicial era la de acentuar la aparente tristeza de esos momentos y más, cuando el líder del quinteto Britania, Marco Antonio Díaz Landa dijo al público: “Tienen que cuidar su orquesta, respetarla, apoyarla, quererla, porque realmente hacen un gran esfuerzo para presentarse de esta manera, una manera excelente… Pido un aplauso al orgullo de su estado: la Orquesta Filarmónica de Acapulco”.
Cerraría entonces el texto con alguna cita lastimera del propio Bretón y con seguridad, con alguna alusión a ciertos personajes para agradecerles su ausencia.
No obstante, fue el guitarrista del quintento quien con un loco paseíllo al anfiteatro encendió a la gente y nos recordó que era un cumpleaños, una celebración, una fiesta, y no había porqué desperdiciar el tiempo en tribulaciones (el tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan, dijo Salvador Dalí) por lo que así, una a una las canciones de Queen desfilaron gracias a la Orquesta, el quinteto Britania y ahora los coros de la UAG y de Esperanza Azteca.
A Kind of magic, I want it all con su “Blind faith, heartache” y Save me con el “The years belie, we lived the lie…”, lograron de entrada que la gente coreara los estribillos y encendiera sus celulares a manera de pequeñas lámparas al tiempo que la treintena de coristas daban muestra de sus dotes de bailarines con sus coreografías. Seguirían Flash, Somebody to love, Innuendo, We will rock you y tantas otras canciones que se me escaparon de entre mis apuntes ya que a la par de toda la multitud, me volqué a tararearlas y bailarlas hasta culminar con Radio Ga-ga en una sincronía de aplausos bastante aceptable mientras un dron nos vigilaba desde el cielo.
“We are the champions / We are the champions / No time for losers / ‘Cause we are the champions of the world…”, coreamos, más bien gritamos, en la cumbre del concierto, entre la cofradía de olores y movimientos elefantásticos; al unísono con las cientos de personas que en ese momento entre los nudos de garganta y las lágrimas sumaban más aplausos, más aplausos, más…
***
Redacto este nuevo borrador casi una hora después del concierto. Aún en el anfiteatro. Rodeado de decenas de personas que no se quieren ir todavía, mirando cómo la gente de la Orquesta intercambia miradas y sonrisas mientras guarda sus instrumentos. Pienso en acercarme a ellos pero olvido la idea. No se vaya a romper la magia.
De hecho, yo no sé nada de eso o del aura o energía pero aquí ocurrió algo, y eso me lo confirmó un emocionado Álvarez quien entre bromas y abrazos fue felicitado por todos los que se acercaron al rincón que es su improvisado camerino.
Ha sido un trabajo arduo el de empezar desde la nada, aceptó cansado luego de casi dos horas de concierto, y agregó que ahora luego de casi mil 250 presentaciones hay quienes solicitan trabajar con la Orquesta.
Mientras descansaba y sentía el alivio del aire desde el mar, recordó a gente como Plácido Domingo o José Carreras, incluso al guitarrista Alfonso Moreno, su primer solista invitado.
“Han sido muchas temporadas, muchos kilómetros, pero lo hacemos por cariño a un público del que esperamos nos siga que nos ayude y nos apoye con su asistencia mientras nosotros tratamos de dar lo mejor de nosotros mismos…”, sintetizó.
–¿Qué le dice a toda esta gente que se volcó para ver a la filarmónica?, me atreví a preguntar
–“Que nos sigan, que disfruten de los conciertos, de estos y los que vienen; el mensaje de la Orquesta es el de paz, el de armonía, el de escuchar la música y estar tranquilo un rato y olvidarse de los problemas que en mucho aquejan no sólo a Guerrero sino a todo el país”, y aseveró mientras me sostenía la mirada: “y por supuesto, avisarles que seguiremos trabajando…”.
Agrego al texto que fue un 12 de abril de hace 16 años cuando la Orquesta Filarmónica de Acapulco ofreció su primer concierto, que por cierto fue en Atoyac; que Bretón fue el que dijo que “El mar, que para la mirada humana no es nunca tan bello como el cielo, no nos abandona”, y concluyo con un sentido: Feliz cumpleaños.
(Publicada en el periódico El Sur de Guerrero en abril 14, 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario