27 jul 2009

Mi estimado...

Acapulco, Guerrero, 27 de julio, 2009

Estimado Oscar:

Disculpa que sea hasta ahora que me comunique contigo, he estado enfermo desde hace varios días; las fiebres y los problemas estomacales no me dejan en paz; el problema de la espalda ni avanza ni retrocede, ya vez, achaques de la edad. Preocupante.
Recuerdo que hace algunos años eran los dolores de cabeza tras las borracheras lo que nos preocupaba: Eso, y las interminables tertulias; peleas intelectuales a muerte para defender o rechazar la maldita teoría sobre que en la vida se es feliz pero no libre, y a la inversa.
¿En qué terminaron los debates? Desconozco y sin embargo henos aquí, tú recién casado y yo, reponiéndome del asombro de esa semejante estupidez.
¡Caramba! ¿a dónde la idea del hombre rebelde? ¿A dónde el que dice no?¿A dónde el que da media vuelta? ¿A dónde el que marchaba bajo el látigo del amo y el que ahora le haría frente?
Tampoco te sientas tan importante; en estos días me han ocurrido cosas del mismo calibre: Un taxista me atosigo con “Amada amante” de Roberto Carlos; el vendedor de cocos me regañó: “No mame, le estoy diciendo que vendo cocos desde hace rato, yo no me regreso…”; mi chofer le regaló unas monedas a un chilango bailarín en un semáforo y comentó: ¡Qué cabrones son!, en lugar de aceptar que se lo pendejearon con tan poco; una amiga en común no termina de entender porqué le gustan los chalanes de los urbanos y una exnovia me contó que está a punto de renunciar porque su jefe es un misógino (Como si conmigo no se hubiera graduado).
Hace un par de semanas me dijo Guillermo Fadanelli que prefiere no tocar temas difíciles cuando sus amigos le presentan a sus novias nuevas. Esto, en aras de preservar la amistad. Yo pienso que entre los componentes que forman una amistad, puede mencionarse el agrado al compartir actividades, el entendimiento mutuo, la simpatía, la sinceridad y el interés y la preocupación por el otro. ¿Tú qué crees?
Luego entonces, ¿para qué chingaos me presentarían mis amigos a sus novias nuevas si ya me llevaba bien con las viejas?; además en el caso de nuestra amiga, ¿qué tengo en común con un chalán de urbano, con el chofer o un agente de Tránsito? ¿qué culpa tengo yo de que la pobre tenga una autoestima tan baja que sólo en esos tipejos encuentre satisfacción? La desesperación, como lo absurdo, juzga y desea todo en general y nada en particular. Pero en fin, que para ella, mis consideraciones (también mi lástima, ¿porqué no? No por ello dejaría de ser mi amiga).
Le he intentado decir a la exnovia que “la belleza no puede ser poseída, sino sólo contemplada desde el sufrimiento del ser finito”; la desigualdad humana no es un descubrimiento moderno. Hay hombres mentalmente inferiores al término medio de su raza, de su tiempo y de su clase social; también los hay superiores. Renunciar es darle la ventaja al otro (Insisto, como si conmigo no se hubiera graduado).
En fin, dice Murdoch de los seres humanos que somos animales movidos por la ansiedad de un ego que nos oculta parcialmente el mundo. Y una buena teoría hace que nuestros actos sean menos idiotas de lo que regularmente son.
En ese sentido, tú sabrás. ¿Te casaste? ¡Felicidades!, Después de todo tú escribiste que para amar hay que tener la terquedad de las olas que van a la playa… Sea pues.

Ricardo

P.D. Te pido de favor que olvidemos la idea de la puesta en escena de “Poetas al desnudo” allá en el Bar del Puerto; tú estás demasiado viejo y yo, yo no deseo depilarme el cuerpo todos los días.

4 comentarios:

Pícara dijo...

Oscar no creo que te respondan, pero me da mucho gusto que sigas predicando tu frase de libertad.... eres de los pocos hombres que quedan que defienden esa postura, y como dirias tú, hombres como tú están en extinción, Besos

Anónimo dijo...

Te vas a quedar sólo maestro; pero allá tu... es interesante eso de libertad o felicidad, habría que exponerlo más a fondo no? saludos.

Unknown dijo...

Sin comentarios, me gusto.....

Anónimo dijo...

Mmmmmm...
Libertad y felicidad... ¿una charla con pasita?

Te quiero.